El señor de Orgaz: Ni Santo, ni Conde

La tumba de Gonzalo Ruiz de Toledo fue durante siglos visitada como si de un santo se tratara, pero nunca fue beatificado, ni consagrado.
Por otro lado, el nombre atribuido al famoso cuadro del Greco “El Entierro de El Conde de Orgaz”, es extemporáneo pues el título nobiliario no fue creado hasta doscientos años después de su muerte.

La fecha de su nacimiento no ha podido ser confirmada, pero se sabe que nació durante el reinado de Alfonso X, en la villa de Orgaz, en Toledo, donde también murió, y pidió ser enterrado.

Descendía de dos famosas familias, los célebres mozárabes Illán, a través de los cuales emparentaba con el emperador de Constantinopla, y los Toledo.

Fue el cuarto Señor de la villa de Orgaz, señorío creado en 1220 por Fernando III, que otorgó el título a su bisabuelo Ferrán Yuanes beni Abd el Malik; sus descendientes llevaron el título de señor hasta que en 1520 (doscientos años después de su fallecimiento) el rey Carlos I concedió el título de Conde de Orgaz al marido de su nieta.

Desde 1293 ocupó diferentes cargos de importancia, durante los reinados de Sancho IV el Bravo, Fernando IV el Emplazado y Alfonso XI; fue notario mayor de Castilla y Andalucía, tutor de la infanta Beatriz y mayordomo y amo del rey Alfonso, algunas de cuyas responsabilidades continuarían en la persona de su hijo Martín Fernández.

Gonzalo Ruiz de Toledo fue también conocido por su gran humanidad y religiosidad, siendo responsable de la construcción, en Toledo, de las iglesias de Santo Tomé, de San Bartolomé, la de los Santos Justo y Pastor, y del nuevo Monasterio de San Esteban de los padres agustinos, además de ser el fundador del Hospital de San Antón para los enfermos incurables de la enfermedad de fuego.

Precisamente en la iglesia de Santo Tomé, concretamente en “en el último rincón” del templo, fue enterrado, siguiendo las instrucciones que dejó a su defunción.

Durante su entierro se produjo un milagro. San Agustín y san Esteban bajaron del cielo y depositaron el cadáver en el sepulcro, mientras pronunciaban las palabras: “Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”.

Su tumba se convirtió lugar de veneración, aunque nunca fue consagrado como Santo, y dos siglos después de su fallecimiento, Andrés Núñez de Madrid, párroco de Santo Tomé, decide homenajear la memoria de don Gonzalo, cuya figura sigue siendo reverenciada por los fieles. Sin embargo las autoridades eclesiásticas no consienten que levante el sepulcro, aduciendo “que no toquen manos de la tierra lo que han enterrado manos del cielo “, por lo que se limita a renovar la capilla con las rentas que, acumuladas durante años, los Orgaz debían y se vieron obligados a pagar por sentencia.

Además, con fondos de la parroquia, encargó un lienzo, que debía reflejar el milagro que se produjo durante su entierro, para coronar la capilla, El trabajo fue ordenado a El Greco.

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