La Sultana Aixa

Sultana Aixa

Esta frase fue atribuida a la sultana Aixa, madre del último emir de Granada, Boabdil el Chico, cuando éste partió al exilio, después de entregar las llaves de la ciudad, a los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492. Pero, la realidad, es que fue acuñada casi tres siglos después, por Juan de Echeverría en su obra titulada Los paseos de Granada, (1764).

Boabdil había sido capturado por los cristianos en una campaña anterior, y como en aquel momento estaba enfrentado a su padre, el sultán Abu Hasan Alí, aceptó declararse vasallo cristiano, a cambio de la libertad y de entregarles Granada, algo que no hizo. Su falta de palabra provocó la campaña final de la Reconquista, la ofensiva definitiva de Isabel y Fernando, para recuperar el reino nazarí, que suponía el último reducto de gobierno musulmán en la Península Ibérica

La entrega de las llaves de la ciudad fue, en realidad, un acto simbólico, puesto que la firma de las capitulaciones y condiciones de la rendición había tenido lugar el 25 de noviembre de 1491, en el campamento real de la Vega, cerca de Santa Fe, entre el mismo Boabdil, por un lado, y por otro, Hernando de Zafra y el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba.

La leyenda que pone en labios de la sultana la famosa cita, decía que, cuando abandonaron Granada, camino de las Alpujarras, entre las actuales poblaciones de Villa de Otura y El Padul, Boabdil volvió la vista atrás llorando, para contemplar Granada por última vez y Aixa le dijo: «Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre». Debido a esto el puerto de montaña recibe el nombre del Suspiro del Moro.

Un año después, Aixa acompañó a su hijo a Fez, dónde murió al poco tiempo.